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Entrevista

Hablemos de lo insostenible en el arte: el caso de las ferias

La feria de arte más grande y concurrida de Bogotá, ArtBo, representa un evento con iniciativas de sostenibilidad económica y social para el sector de las artes, sin embargo, el impacto ambiental que supone aún no es medido. Las actividades derivadas de la producción de una feria de arte —por ejemplo, la feria Frieze en Londres— pueden generar 88,5 toneladas de CO2, es decir 88 arboles cortados por año o lo que equivale aproximadamente a una hectárea de árboles de caoba. El impacto ambiental de una feria de arte y la ausencia de mediciones de la huella de carbono que producen son un reto para la sostenibilidad.  

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Del 22 al 26 de noviembre de 2023, el público amante del arte en Bogotá volvió a la Feria de Arte Internacional de Bogotá ArtBo. Esta vez, la feria fue ubicada en Ágora - Centro de Convenciones, uno de los edificios del reciente hub de negocios de la capital. Para su versión no. 19, ArtBo funcionó dentro de un edificio de 5 pisos, escaleras eléctricas, ventanales amplios y, según la política de sostenibilidad de Corferias y de Ágora, una edificación con condiciones para “el cumplimiento de prácticas que nos permiten ser más amigables con nuestro entorno”.  

 

Como lo explica la Gerente de plataformas de la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB) y directora de la feria, María Paz Gaviria, la feria se convirtió en una experiencia boutique que se salió del recinto ferial de Corferias. Los informes de gestión de la CCB señalan que la feria tiene un compromiso con las audiencias y con el sector de las artes para propiciar un ambiente de intercambio comercial y formación de públicos, no obstante, no hay indicios de estrategias que estén relacionadas con medir y disminuir el impacto en términos de huella de carbono que el evento produce.    

 

Sin embargo, una feria con 113 espacios participantes, 45 galerías nacionales e internacionales de 14 ciudades del mundo; más de 200 invitados internacionales y aproximadamente 17.300 asistentes ¿qué impacto tendría en su entorno y en los indicadores de sostenibilidad?   

 

Organizaciones como Julie's Bycicle señalan que las ferias de arte son críticas desde lo medioambiental por la huella de carbono que producen en términos de transporte aéreo, movimientos de piezas de arte o shipping, producción de residuos y plásticos de un solo uso (sobre todo en el embalaje de piezas de arte para su traslado), y el consumo de recursos durante los días en que ocurren.   

 

Para entender cómo estos grandes eventos son un reto para la sostenibilidad medioambiental, hablamos con Elizabeth Valenzuela, directora técnica de Fondo Acción, fondo privado colombiano dedicado a las inversiones sostenibles en ambiente y niñez; con Sylvia Ospina, directora de Artes, y Paula Diaz, gerente de Artes, del British Council para Colombia y lideres del programa Cultura Circular, enfocado en la oferta de festivales culturales, para promover el desarrollo de la cultura sostenible; y con Jairo Suárez, director de producción creativa de ArtBo.

 

Sylvia, Paula y Elizabeth coinciden en que el arte y la sostenibilidad forman una dupla con un gran potencial en la región, en medio de un ecosistema artístico local que recientemente se está planteando la pregunta ¿realmente somos sostenibles? 

 

La feria ArtBo es creada en el año 2004 desde la CCB “en respuesta al creciente interés empresarial por las industrias culturales y creativas y en atención particular al sector de las artes plásticas” como un espacio que “agencia el desarrollo cultural del país porque activa nuevas dimensiones de la actividad artística tales como su sostenibilidad económica y su proyección pública" y, además, "como una iniciativa que potencia el campo artístico por los intercambios culturales propiciados dentro del contexto internacional". El aval para que la feria sea establecida se hace a través del programa de Concertación Cultural del Ministerio de Cultura.

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¿Qué es la sostenibilidad en el sector de las artes plásticas?  
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Paula Diaz: El concepto de sostenibilidad si bien nace como un concepto bastante amplio —se habla de la sostenibilidad económica, ambiental y social— es todo un sistema de tejido. Con el tiempo la sostenibilidad se fue ubicando en el tema ambiental, pero es un error asumirlo desde lo ambiental, porque como seres que nos interrelacionamos, todo con el medio ambiente implica que el sistema se relacione desde todos los frentes.   

En el frente cultural hay algo interesante y es que se convoca a un dialogo constante para conversar sobre la creatividad, para estimular los sentidos, para hacer activismo, para generar tejido social. Entonces el campo cultural es un universo amplio, y la sostenibilidad es todo eso. Por eso hablar de sostenibilidad en un festival/feria es cómo en un evento adoptas nuevos comportamientos, nuevas prácticas, los socializas con otros compañeros, lo llevas a otros niveles, y a partir del espacio de intercambio hay posturas activistas. Eso detona un espacio cultural, no se puede ser reduccionista. Ahí se atomiza absolutamente todo. 

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Elizabeth Valenzuela: Para los eventos culturales hay condiciones que llamamos habilitantes: que unos recursos se puedan orientar al cumplimiento del objetivo, porque a veces tienes la idea, tienes la plata para esto, pero te falta un pedacito que es como el puente, por ejemplo, el pago al incentivo de los recicladores que intervienen en el proyecto. Entonces, cuando ya has pensado en las condiciones habilitantes, en el caso de lo cultural, tienes dos frentes de trabajo para la sostenibilidad desde el arte: proyectos desde la gestión, divulgación y promoción; y tienes la creación de contenido: hablar de los temas que nos interesan desde el arte: problemas ambientales, inclusión, desigualdades, activismo, etc. Con la sostenibilidad estamos buscando esa coherencia entre la forma y el contenido: los recursos que tenemos, el frente de trabajo del que parte el evento y las condiciones habilitantes o lo que uno el recurso con lo que se pretende lograr.

 

Según Jairo Suárez, director de producción creativa de ArtBo, "la Cámara de Comercio hace un buen ejercicio en disponer de un espacio, una plataforma para que todas estas relaciones y los intereses y como que la oferta y la demanda se encuentren para que se generen negocios, relaciones, proyectos futuros."

 

¿Ser sostenible es un tema de conversación en el sector de las artes plásticas?   

E.V: El sector cultura sí está en ese pensamiento de que “esto también tiene que ver conmigo” y “no solamente es que yo hable del tema porque no todos van a hacer obras ambientales o de sensibilización”, sino que es disminuir la huella de carbono. Estamos hablando de minimizar el impacto que tenemos, de evitar los daños más inmediatos. Pero en varias ocasiones es más costoso implementar una práctica sostenible en términos incluso de huella de carbono, que la misma huella que se emite, por ejemplo, por la emisión de la luminaria que se consume en un espectáculo. Puede que la idea de implementar una práctica sostenible esté clara, pero hay una distancia tan grande con la tecnología que ni por plata ni por impacto ambiental sería sostenible ni rentable llevarlo a cabo.      

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Sylvia Ospina: Sí hay una consciencia y un interés de trabajar en la sostenibilidad, y es importante la influencia que tienen en la audiencia. Tú puedes adoptar todas las prácticas que quieras, pero si tu audiencia, por pequeña o grande que sea, no digiere y asume estas prácticas y comportamientos, no logras nada.

 

P. D: El sector es activista, transversal, quiere ser responsable, pero hay varios frentes que debe atacar primero. Uno es lograr la financiación para el objetivo principal de su proyecto y el otro frente es cumplir con los requerimientos que son obligatoriedad: ser inclusivos, responsables con el medio ambiente, y demás. El sector cultural, y estos eventos, tienen unas dimensiones y unos indicadores desde lo público con los que tienen que pensarse, y lograr el recurso para atender todos esos frentes es un gran desafío. Eso implica, por ejemplo, intersectorialidad: ministerios e instituciones bases como secretarias, ONG, cooperación internacional deberían ser más abiertos. Es decir, que haya una apertura para robustecer las bolsas de trabajo, que le permitan al gestor cultural una oferta más amplia y buscar la financiación para que las actividades y los proyectos se piensen incluyendo esas apuestas, y haya cambios en los comportamientos desde el momento que se piensa el proyecto. Mientras eso no ocurra, pensarse el cambio hacia la sostenibilidad desde que inicia el proyecto significa que se tendrá muy poco recurso para trabajar.  

 

 

¿Las condiciones del ecosistema artístico permiten que estos eventos sean sostenibles?  
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E.V: Lo sostenible obvio va a costar en un momento, pero después el ahorro va a ser funcional. Es decir, sí hay un impacto en el planeta, pero es el bolsillo también ve el impacto. En el caso de la organización o institución cultural, ella ve la inversión y el ahorro para llegar a un punto de equilibrio y hacer mejor las cosas: a eso le llamamos diferenciación. Ese punto entre la inversión y el ahorro va haciendo que, en términos, por ejemplo, reputacionales—que es algo súper importante para las empresas y el sector—, pues hago una diferenciación, cuando las empresas se comprometen con la sostenibilidad, detrás comienzan otras a hacer lo mismo.      

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S. O: El ejemplo más avanzado en Colombia es el de Bogotá, además es bien avanzado en términos de política pública y alianzas, además Bogotá lidera la discusión, por ejemplo, con un trabajo conjunto con Julie’s Bicycle y el lanzamiento que hicieron, por ejemplo, de la guia de sostenibilidad para espectáculos artísticos. En Bogotá ocurren grandes eventos que, a fuerza de constancia, tiempo, ser coherentes en esas prácticas, y tener un área de sostenibilidad, lideran buenas prácticas y comportamientos. Esos es clave porque pueden ser abanderados en el sector. 

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Las industrias creativas aportaron en el 2022 a las actividades económicas del país $35,8 billones de pesos. Según el DANE, solamente las exportaciones originarias de Bogotá fueron de US$19.376 miles de dólares en el área de las artes y el patrimonio. ArtBo reportó ventas por $98 mil millones de pesos en el 2022. 
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Según David Saillen, Jefe de Bellas Artes y Especies - Europa continental de Liberty Seguros, se estima que las industrias culturales y creativas equivalen al 3,1 por ciento del PIB mundial y generan alrededor del 6,2 por ciento de todo el empleo. Proyecciones muestran que para 2030, este sector podría representar el 10 por ciento del mercado laboral. Las mediciones de la huella de carbono que dejan estos eventos ya están siendo medidas en Argentina, México, España y el Reino Unido y se está generando una evaluación del aporte e impacto que tiene el arte en términos ambientales. 

 

 

¿Cómo una feria de arte como ArtBo podría ser sostenible?  
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E.V: Las organizaciones deberían pensar en términos de reducir y tratar de evitar. Si no lo logras, la opción es compensar la huella de carbono. Compensas con proyectos que están capturando carbono en algún lugar del mundo. Hay organizaciones que reciben recursos para esto y muchas veces ni siquiera es mucho. Llegar a un mayor equilibrio —zero net— es lo que queremos en el 2050, que sea igualito lo que se emite que lo que se captura. Hay un caso muy interesante, en el Reino Unido las medidas de ahorro y de uso eficiente en eventos culturales terminaron bajando el consumo en dinero, le dijeron al gobierno que invirtieran esos recursos ahorrados en la creación de contenidos y espectáculos culturales. Se reinvierte en cultura con sostenibilidad. Al menos los ahorros económicos también son importantes para la gente, al principio no se veía, pero con el tiempo las prácticas demuestran que la sostenibilidad genera ganancias económicas y reputacionales para estas organizaciones.   

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P. D: Depende del carácter y objetivo del evento. Una feria que se piensa con el objetivo de promocionar el proceso creativo tiene una forma de relacionar esa misionalidad con el medio ambiente desde un lugar. Por ejemplo, cómo llegas al evento (en bus, a pie, en bicicleta), tener las canecas organizadas y un sistema para que los recicladores recojan, eso es la misionalidad alrededor del evento, que esa huella masiva de los visitantes que llegan al lugar tenga un manejo responsable y que haya una cadena completamente sostenible y acompañada con responsabilidad. Otros eventos tienen una misionalidad educativa en sostenibilidad y ahí el lugar es completamente diferente. Hay formas de abordar la sostenibilidad y el intercambio. El arte es el catalizador y el detonante de todos estos universos. 

 

 

De acuerdo con la política de sostenibilidad de Corferias, la entidad que ofrece los servicios para la realización de la feria ArtBo, el recinto ferial “identifica y sigue los impactos ambientales, sociales y económicos que resultan de la actividad ferial y de eventos y que afectan directamente a nuestros grupos de interés”.

 

 

¿Sin llegar a las audiencias, no hay sostenibilidad?  
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E.V: Creo que hay que aprovechar el espacio para sensibilizar, para poner información en un lenguaje que sea cercano con preguntas y cuestionando a la gente, algo como “te estoy motivando para que el cerebro de una vez empiece a conectar la información con una acción concreta”. Estos eventos en clave de sostenibilidad dependen muchísimo de las audiencias, de cómo las muevas. Una de las estrategias que tienes en este tipo de eventos es que la gente sienta que es algo cool, estás entre la sensibilización y la lúdica. ¿Qué hace que tú te alinees con estos temas? Como evento tienes que llegarle a un segmento de la población que se identifica con el cuidado de la naturaleza y del planeta, a otro segmento que lo que quiere es una identidad de grupo y ser más parte del parche. Hay un sentido de pertenencia y tienes que jugar con esos mensajes. Creo que a todo el mundo le gusta jugar en estos espacios, van en una actitud distinta.   

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P. D: Lo masivo hace que algo se vuelva trendy. Estos eventos están rodeados de lo que está de moda, generando conversación, y se pueden volver espacios educativos. Pero hay algo importante y es quien lo gestiona y quien lo piensa. Podemos tener todas las condiciones de política pública dadas, todo el camino para pensar en la sostenibilidad, pero si quien lo gestiona y quien lo piensa no está sensibilizado hacia la problemática —pues estamos en un momento en que también existe un universo de negacionistas, y piensan que el cambio climático no está pasando — entonces la cabeza, quien lo piensa y lo gestiona, es sumamente importante. Al final una idea se vuelve una estrategia, una estrategia se baja a la audiencia, y la audiencia es la que lo adapta, masifica, adopta y se pueden dar estos ejercicios.  

 

Jairo Suárez señala que "en la percepción de la gente es una feria elitista que solo recibe públicos con muchos recursos, yo creo que ese es el punto que más hemos trabajado, como decir ‘no, mire, nosotros no solo somos una cosa grande… allá… poderosa’ que también es cierto, pero hemos tratado de ser más incluyentes, de involucrar otros tipos de público, (…) de meter gente que entre a estas líneas de formación. Aprovechar ese momento para entender que es un evento cultural que merece que sea visto."

 

¿Qué retos tiene una feria de arte como ArtBo para convertirse en un evento sostenible?  
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E.V: Primero, como evento tienes que trabajar en esas condiciones de la infraestructura y el espacio: las estructuras que te moldean a ti el comportamiento. Y segundo, trabajar temas como incentivos económicos o medio ambientales en conjunto con las decisiones de gobierno, es decir, cómo aterrizas las decisiones en sostenibilidad en las condiciones de infraestructura, normas nacionales, uso de guías de sostenibilidad para hacer más tangibles estas prácticas.   

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P. D: La intersectorialidad es importantísima. A nivel nacional estamos cortos todavía, mientras los ministerios sigan trabajando de manera aislada este tipo de procesos es mucho más lento. A nivel de política pública estoy segura de que desde el Ministerio de Cultura no hay política pública nacional para la sostenibilidad de estos eventos, desde el Ministerio de Medio Ambiente debería haber. Pero, por ejemplo, ahí es el lugar donde deberían los sectores estar encontrándose. 

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Colombia, tras suscribirse al Acuerdo de Paris, trabaja para reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero en un 20% a 2030 y avanzar en la implementación de acciones de adaptación al cambio climático. La medición de emisiones y absorciones de Gases de Efecto Invernadero está dada desde el Ministerio de Ambiente para los 8 sectores principales de la economía del país (Minas y energía, Industrias manufactureras, Transporte, Residencial, Comercial, Agropecuario, Forestal y Saneamiento). No obstante, las industrias creativas aportaron en el 2022 a las actividades económicas del país $35,8 billones. Según el DANE, solo Bogotá representa el 43,3% (1.916 productos) de la producción asociada a Artes y Patrimonio. 

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